
Satanistas de España, la primera asociación de esta religión reconocida por el Ministerio del Interior, se presentó recientemente en Madrid dentro del congreso «La Experiencia Siniestra: seminario de Satanismo y Sendero de la Mano Izquierda», organizado por la Asociación de Jóvenes Investigadores en Ciencias de las Religiones. Uno de sus fundadores y primer presidente, Miguel Pastor, reflexiona sobre el presente de la confesión, sus orígenes y sus objetivos. De momento, el Estado no les incluye en el registro de religiones, pero en países como Estados Unidos ya lo son. «Fomentamos el diálogo interreligioso, pero sobre todo buscar la igualdad religiosa, siempre dentro del estricto respeto a la laicidad. Pensamos que todas las religiones deberían tener los mismos derechos y eso se traduce en el ‘o todos o ninguno», defiende. «La mitad de los ateos pueden ser satanistas sin conocer el símbolo de Satán»
La Iglesia nos recuerda que “muchos […] de nuestros contemporáneos no perciben de ninguna manera esta unión íntima y vital con Dios o la rechazan explícitamente, hasta tal punto que el ateísmo debe ser considerado entre los problemas más graves de esta época” (GS 19, 1). El nombre de ateísmo abarca fenómenos muy diversos. Una forma frecuente del mismo es el materialismo práctico, que limita sus necesidades y sus ambiciones al espacio y al tiempo. El humanismo ateo considera falsamente que el hombre es “el fin de sí mismo, el único artífice y demiurgo único de su propia historia” (GS 20, 1). Otra forma del ateísmo contemporáneo espera la liberación del hombre de una liberación económica y social para la que “la religión, por su propia naturaleza, constituiría un obstáculo, porque, al orientar la esperanza del hombre hacia una vida futura ilusoria, lo apartaría de la construcción de la ciudad terrena” (GS 20, 2).
En cuanto rechaza o niega la existencia de Dios, el ateísmo es un pecado contra la virtud de la religión (cf Rm 1, 18). La imputabilidad de esta falta puede quedar ampliamente disminuida en virtud de las intenciones y de las circunstancias. En la génesis y difusión del ateísmo “puede corresponder a los creyentes una parte no pequeña; en cuanto que, por descuido en la educación para la fe, por una exposición falsificada de la doctrina, o también por los defectos de su vida religiosa, moral y social, puede decirse que han velado el verdadero rostro de Dios y de la religión, más que revelarlo” (GS 19, 3).
Con frecuencia el ateísmo se funda en una concepción falsa de la autonomía humana, llevada hasta el rechazo de toda dependencia respecto a Dios (GS 20, 1). Sin embargo, “el reconocimiento de Dios no se opone en ningún modo a la dignidad del hombre, ya que esta dignidad se funda y se perfecciona en el mismo Dios” (GS 21, 3). “La Iglesia sabe muy bien que su mensaje conecta con los deseos más profundos del corazón humano” (GS 21, 7).