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Una nueva encuesta realizada por el Pew Research Center, publicada el 6 de noviembre, informa que los estadounidenses en su conjunto aceptan que las parejas solteras vivan juntas, incluso si no tienen planes de casarse. Además, el porcentaje de adultos que piensan casarse es cada vez menor, a la vez que aumenta el de los que han decidido convivir sin formalizar su relación

Entre los encuestados sólo un 14% sostienen que nunca es aceptable que dos adultos solteros en una relación romántica convivan juntos. Un 16% adicional dijo que estaban de acuerdo con la cohabitación solo si había planes para que la pareja se casara algún día. El 69% cree correcto que una pareja soltera viva junta, sin ningún plan para casarse. (CNA/InfoCatólica)

La Iglesia nos recuerda que todo bautizado es llamado a la castidad. El cristiano se ha “revestido de Cristo” (Ga 3, 27), modelo de toda castidad. Todos los fieles de Cristo son llamados a una vida casta según su estado de vida particular. En el momento de su Bautismo, el cristiano se compromete a dirigir su afectividad en la castidad.

La castidad “debe calificar a las personas según los diferentes estados de vida: a unas, en la virginidad o en el celibato consagrado, manera eminente de dedicarse más fácilmente a Dios solo con corazón indiviso; a otras, de la manera que determina para ellas la ley moral, según sean casadas o célibes” (Congregación para la Doctrina de la Fe, Decl. Persona humana, 11). Las personas casadas son llamadas a vivir la castidad conyugal; las otras practican la castidad en la continencia.

Los novios están llamados a vivir la castidad en la continencia. En esta prueba han de ver un descubrimiento del mutuo respeto, un aprendizaje de la fidelidad y de la esperanza de recibirse el uno y el otro de Dios. Reservarán para el tiempo del matrimonio las manifestaciones de ternura específicas del amor conyugal. Deben ayudarse mutuamente a crecer en la castidad.