
De cuanto malo te pasa
la culpa –lo digo sin guasa–
la tiene el cambio climático.
Si en vez de ser tu marido
un tipo guapo y simpático
es gruñón y desabrido
e insufriblemente maniático,
la culpa es del cambio climático.
Si el discurrir de tu vida
se ha tornado dramático
y ya nada te convida
a un reír aristocrático,
la culpa es del cambio climático.
Si se ha vuelto a evaporar
tu sueño de pasar
las vacaciones en un ático
con vistas al mar Adriático,
la culpa es del cambio climático.
Si quisiste ser diplomático
para viajar sin parar
y con ser un don nadie apático
te has de contentar,
la culpa es del cambio climático.
Si la realidad que te circunda
es vulgar y tremebunda
y transitas por el mundo ojiplático
como un loco en un frenopático,
la culpa es del cambio climático.
Si de tanto pedir la luna
te has quedado lunático
y tu ganancia es ninguna
de modo sistemático,
la culpa es del cambio climático.
Si cual perfecto fanático
has querido y defendido
un régimen democrático
y ahora estás jodido,
la culpa es del cambio climático.
Y en fin, si esto que escribo
te parece ripioso o enfático,
descabalado o errático,
en verdad te lo digo,
la culpa es del cambio climático.
Qué estupidez de artículo, el autor no sabe nada absolutamente de cambio climático, lo banaliza haciéndole el juego al capitalismo padre de la contaminación, el consumismo y el cambio climático por medio de las transnacionales y el uso de combustibles fósiles. Por favor, pónganse serios al abordar temas científicos, es una ofensa a la inteligencia y nada tiene ni de católico ni de cristiano