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Testimonio de Anastasia Hunt

Anastasia empieza narrando cómo todo empezó,“Nací de un matrimonio de hippies adolescentes en 1975, en la ciudad de Oklahoma”; “dudo mucho que fuéramos a la iglesia como familia porque mis padres estaban muy ocupados…”. “Mi padre nos dejó pocos meses después de que yo naciera, regresando a visitarnos (y a ayudar a crear a mi hermano Jason)”. “Su divorcio fue definitivo en 1978”.

Después nos cuenta como en el verano del 79, una tía que era bautista invitó a su madre a un concierto en esa iglesia en el cual terminó “siendo salva”. Continuaron siendo bautistas hasta 1985. Luego de un intento de su madre de convertirse en cantante de música cristiana en la ciudad de Nashville, Tennessee, tuvieron que regresar a la ciudad de Oklahoma en 1986. De vuelta en casa dejaron de ir casi que por completo a la iglesia; solo iban si era navidad o si alguien se iba a casar.

Estando en décimo grado había expresado interés en la Iglesia Católica, pero su bien intencionada madre lo echó por tierra porque honestamente pensaba que los católicos estaban seriamente equivocados.

No sería hasta que empezara la universidad que Anastasia recobraría interés en la iglesia. Empezó a asistir a una iglesia metodista cerca de la universidad y dice que le gustaban los sermones porque eran amables, gentiles y no estaban llenos de referencias al infierno entre otras cosas, pero de alguna manera sentía que algo hacía falta.

La muerte repentina de su madre en 1997, cuando tenía 22 años de edad,  le causó un trauma severo, “me hundí en un estilo de vida autodestructivo para no lidiar con ello. Terminé haciéndome arrestar y pasando la noche en la cárcel, ese fue mi llamado de atención”. Entonces decidió volver a la iglesia bautista, donde conoció a un hombre y se comprometió con él. Dice que su prometido resulto ser no solo antisocial, sino también practicante de una religión pagana, y habla de su compromiso como “la cosa más grande que me sucedió”

En el año 2000, mientras estaba en la universidad, hizo una amiga llamada Teresa que le dijo que su Iglesia tenía un evento en la noche en el cual celebrarían la Misa. Anastasia ya para ese entonces era muy escéptica acerca de cualquier cosa relacionada con la iglesia y había decidido que no estaba hecha para asistir a ella. No obstante, cuando su amiga mencionó que esta era una Iglesia Católica, aquello apeló a su rebeldía y se encontró por primera vez en su vida en una Iglesia Católica

Relata su experiencia en Misa de la siguiente manera, “El sentimiento que tuve mientras estaba en Misa fue el que siempre había querido tener en la iglesia. Sentí que a pesar del hecho de que no me sabía las oraciones ni sabía cuándo pararme, sentarme o arrodillarme, estaba en casa. Sabía que estaba en el lugar correcto en el momento correcto”.

Comenzó a ir a Misa con Teresa a menudo, y en 2002 fue a un retiro que resultó ser un verdadero punto de inflexión en su vida. Consideró convertirse, empezó el proceso para hacerlo pero “mi bien intencionada familia (incluyendo a mi hermano Jason) y amigos me persuadieron de no hacerlo”.  Aunque todavía iba a Misa en algunas ocasiones, durante un largo tiempo dejó de ir y solo era nominalmente cristiana.

El año pasado su hermano empezó a hacerle preguntas acerca de su deseo de convertirse en católica y además le contó que había estado aprendiendo mucho acerca del catolicismo para poder ganarles discusiones a amigos apologistas católicos, y basándose en lo que había aprendido, había decidido convertirse. Ante esto Anastasia comenta lo siguiente “Inmediatamente supe que era el momento de recomenzar mi viaje de fe también”.

Más adelante en su testimonio, Anastasia cuenta que la mayor diferencia parece estar en la actitud de la Iglesia Católica que “es una [actitud] de amor y unidad”. Además dice que “todavía no podría deciros porque los fundamentalistas odian tanto al Catolicismo; solo podría decir que ellos ni siquiera saben mucho acerca de nuestra Fe …”

Concluye su testimonio relatando su experiencia y la de su hermano Jason en la Iglesia Católica, “Ha sido un viaje largo y extraño para ambos. Continúa sorprendiéndome a casi cada paso. Los no católicos a mi alrededor han notado cambios positivos en mi – cambios que tan solo puedo atribuir a mi conversión”.

“Continúo queriendo más de la bondad que la Iglesia ofrece. En la actualidad estoy discerniendo mi vocación a la vida religiosa – nada me haría más feliz que darme por completo a la Iglesia que me ha amado y que ha hecho tanto por mí. Suceda lo que suceda, sé que nací para ser católica, y seré católica hasta el fin de mis días en este planeta”.