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Dice Nuestro Señor que quien es fiel en lo poco, lo será también en lo mucho. Esa debe ser nuestra actitud teniendo mucho celo en lo referente a las cosas de Dios.

En según que parroquias situadas en barriadas pobres son muy frecuentes lo pequeños robos o hurtos en las iglesias, es bueno que en la medida que podamos velemos para que esto no se produzca en la casa de Dios. A menudo pueden ser cosas sin excesivo valor como los cirios, aunque pueden intentar llevarse algo de más valor como una pintura o una estatuilla. Lo más sagrado es el Santísimo Sacramento. Esto en la práctica es difícil durante el día sin que llame la atención, por eso debemos estar atentos a cualquier movimiento extraño en torno al Sagrario, especialmente si no conocemos a la persona que está rondando por el presbiterio.

Como siempre en cada situación de la vida cristiana tenemos que actuar con sabiduría y prudencia. Cuando vemos que están robando en la Iglesia lo ideal es salir nosotros mismos en defensa de las cosas de Dios, siempre y cuando la prudencia así lo aconseje.

En cualquier caso se lo debemos comunicar al sacerdote y ayudarle a poner los medios para que esto no suceda de nuevo. Por eso es bueno que siempre haya gente de confianza en la iglesia y que vigilen si ven algo extraño.

En cualquier caso nunca debemos callarlo o considerarlo algo de poca importancia, pues el párroco debe conocer estos hechos.