
La conversión de la señora Blackie
Empieza su testimonio de la siguiente manera “Me gustaría ofrecerles mi propio testimonio personal para que puedan ver de dónde vengo y porqué regresé al catolicismo. Soy católica de cuna y una ‘conversa de nuevo’ a la fe después de estar alejada por alrededor de 34 años. Había dejado la Iglesia más o menos a los 17 años porque estaba en las drogas”. Entonces cuenta cómo ‘fue salva’ en un evento de estudios bíblicos en el campus de su universidad que era dirigido por un ministro protestante al que califica como muy guay o bacán.
Sigue comentando cómo “siempre había ido a la Iglesia pero nunca me la había tomado en serio, tampoco había leído la biblia aunque teníamos una en la casa y otros miembros de mi familia la leían. La falta (ahora veo) no estaba en la Iglesia sino dentro de mí.” Después de asistir al evento empezó a leer la biblia por primera vez en su vida y esta tocó una fibra sensible.
Más adelante nos cuenta cómo a pesar de haber creído siempre en Dios veía que eso no bastaba. Le fue bien durante un par de años, se casó y se mudó al estado de la Florida donde se mantuvo fuera de cualquier iglesia establecida porque “me parecía que todas estaban hechas un desastre.”, por eso decidió hacer las cosas por sí misma y se convirtió en una ‘fanática de Jesús’, dando testimonio en las calles a cualquiera que la escuchara y repartiendo escritos y panfletos clandestinos.
Luego narra cómo se unió a la iglesia bautista “Eventualmente yo y mi pequeña familia nos unimos la iglesia bautista porque el predicador me convenció de que creíamos en las mismas cosas y porque le gustaba que no tuviera miedo de dar testimonio. Eso estuvo bien hasta que admití que suponía que los dones del espíritu santo no finalizaron con la muerte del último apóstol. Eso acabó con el camino que me llevaba a ser ministra bautista.”
Después se apuntó a una iglesia local de las asambleas de dios, dónde permaneció por muchos años a pesar de que algunas cosas que ellos hacían no estaban en las escrituras y otras no eran caritativas. Se convirtió en diaconisa pero decidió irse de esa iglesia cuando le hicieron algunas cosas despreciables y además le ignoraron cuando señaló que lo que ellos estaban haciendo no estaba en las escrituras. A ese respecto dice “Mi carta contándoles porqué me iba tenía diez páginas”. Luego de esa experiencia trató sin éxito de encontrar otra iglesia, entonces se mantuvo fuera de cualquier iglesia durante muchos años.
Continúa su testimonio relatando cómo volvió a la Iglesia Católica cuándo hace cinco años tuvo una verdadera crisis que la llevó a regresar al Señor y a leer la biblia de nuevo, pero esta vez la biblia que leyó era católica y por lo tanto contenía todos los libros. Esta biblia católica le gustó mucho aunque en ese momento ella todavía era evangélica. Un día fue a un evento con su biblia en la mano y un hombre se le acercó y le dijo “ustedes los católicos adoran a María”, a lo que ella respondió que a pesar de haber estado mucho tiempo por fuera de la Iglesia sabía que los católicos le rezamos a María pero no le adoramos. “Nosotros solo adoramos a Dios.” El hombre insistió tan seriamente que ella al fin le contestó que conseguiría algunos libros, los revisaría y volvería para hablarle de lo que encontrara, y si él estaba en lo correcto ella nunca entraría a una Iglesia Católica de nuevo. Encontró un gran libro escrito por un sacerdote llamado Oscar Lukefahr y lo leyó cuidadosamente mientras oraba. Estuvo feliz de encontrar que los católicos no solo estaban en lo correcto y que no adoran a nadie más que a Dios todopoderoso sino que además sus doctrinas acerca de María están sólidamente basadas en la biblia y los primeros cristianos creían lo mismo.
Sigue hablando de cómo es su vida ahora que ha vuelto a la Iglesia Católica “Ahora participo en la Misa tan a menudo como puedo, rezo el Rosario y la Coronilla de la Divina Misericordia casi a diario, me abstengo de carne la mayoría de los viernes (solo por devoción a Dios), y por supuesto leo y estudio mi biblia al igual que otros escritos católicos.”
Concluye su testimonio diciendo “No soy nada especial. Hay miles de personas como yo que están regresando a la Fe cada semana y muchos más que están encontrando su camino a ella también. Ha estado aquí por más de 2.000 años… no se extinguirá ni se irá, y las mismísimas puertas del infierno no han prevalecido (ni prevalecerán) contra ella. Jesús lo prometió y ha mantenido su promesa a pesar de los errores humanos de los individuos miembros de Su única verdadera Iglesia. Esta es la Iglesia genuina. La plenitud de la verdad, y la más bella cristiandad que podáis imaginaros. Nada fuera de la Iglesia se le acerca siquiera. Lloro lágrimas de humilde regocijo durante la consagración en la Misa porque estoy tan absorta en la adoración de mi Señor y Salvador resucitado que no me importa quien se da cuenta o lo que puedan llegar a pensar. Estoy más preocupada de asegurarme que Jesús me oye cuando digo, “¡Señor mío y Dios mío!”.
Me encantan los testimonios de conversión