
En un cementerio de España, se ha dado orden a los trabajadores de la incineradora municipal de arrojar a la basura los crucifijos de los ataúdes que sean incinerados.
Fuentes cercanas al cementerio, aseguran que los empleados solían entregar los crucifijos a las familias de los difuntos. Aquellos que no eran requeridos se enviaban a una compactadora para su reciclaje, siempre en dependencias municipales.
Sin embargo, las nuevas instrucciones oficiales obligan a los trabajadores a desclavar los crucifijos de los féretros y arrojarlos a un contenedor de basura. Después, una empresa externa retira el contenedor.
A los funcionarios del camposanto se les ha facilitado un destornillador eléctrico para proceder a la extracción de los crucifijos.
Ofensa a los creyentes
Varios trabajadores del cementerio se han sentido contrariados por la orden. Si bien es cierto que lo lógico es desclavar los crucifijos, no entienden que éstos tengan que acabar en el cubo de la basura.
Otro de los asuntos que ha levantado ampollas ha sido el paradero de los mismos. Si no existe una reclamación sobre el símbolo religioso, los crucifijos son retirados del cementerio por la empresa y dispone de ellos sin conocerse a ciencia cierta su destino final.