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Le dice el enfermo a San Alfonso María de Ligorio: ”A mi no me desagrada tanto padecer, cuanto verme imposibilitado de ir a la iglesia para practicar mis devociones, comulgar, y oír la Misa. No puedo ir al coro a rezar el oficio con mis compañeros, ni siquiera puedo hacer oración por los dolores y desvanecimientos de cabeza…”

El Santo le responde: ”Pero, por favor, dígame; ¿Para que quiere ir a la Iglesia o al coro? ¿para que ir a comulgar o a oír Misa? ¿Para agradar a Dios? Pero si ahora no le agrada a Dios que comulgue, ni que oiga misa, sino que lleve con paciencia en el lecho las penalidades de la enfermedad…. Si mi respuesta no es de su agrado, es señal de que no busca lo que a Dios agrada, sino lo que le agrada a usted.

Una gran historia que nos invita a una profunda reflexión, para saber como de verdad agradar a Dios y como Dios quiere que le agrademos, según el momento y circunstancia.

A veces pensamos que si estamos enfermos y no vamos a la Santa Misa, estamos pecando gravemente. Todo lo contrario, ofrecer ese sufrimiento y esa enfermedad en esos momentos, es tan válido como asistir a la Santa Misa.

No busquemos nuestro interés personal, ni pongamos excusas, ofrezcamos todo al Señor, y todo pues será un gran tesoro valioso para nuestra salvación.