
En algunos pasajes bíblicos Jesús nos asegura que Él es el camino la verdad y la vida y fuera de Él se demuestra que los jóvenes caen en vicios, que luego les lleva a la depresión ya que no llenan como Dios, quien a Dios tiene nada le falta.
Cada vez hay más jóvenes depresivos….y esto guarda relación con la falta de fe y vida espiritual. Este fenómeno se conoce como generación «medapaja».
Estamos criando y creando una generación de adolescentes apáticos, abúlicos, en conexión absoluta con los monitores y con escasa conexión a las emociones. Con el acento puesto en los resultados y una dificultad enorme en encarar los procesos.
En los meses de verano, por ejemplo, uno de los puntos de conflicto esenciales es que los chicos pasan días y noches (aunque en realidad de día duermen hasta entrada la tarde), conectados a las pantallas.
No quiero caer en esta cuestión de que todo tiempo pasado fue mejor (porque tampoco lo creo), pero en este punto, cuando yo tenía 14 años (hace apenas cuatro décadas), no había redes sociales ni pantallas, sólo teléfonos fijos, si es que funcionaban.
Entonces salía a recorrer las casas de mis amigos, tocaba timbre a ver quién podía juntarse para pasar tiempo haciendo algo divertido.
Hoy a los chicos y chicas, con toda la tecnología a disposición como trampolín maravilloso para generar el encuentro, les pasa que «el exceso de fácil se les hace difícil».
Horas viendo si hacen algo, chequeando si alguien «pone casa» y, finalmente, cada quien por su cuenta, solos y solas con las pantallas.
Chicas y chicos pasan horas conectados a las pantallas.
Al don pirulero, cada cual atiende su juego, o sea, el de la vuelta en círculo alrededor del no poder concretar. Cuando les pregunto a mis pacientes adolescentes «¿Qué onda el finde? ¿Hiciste algo lindo?» Muchas veces la respuesta es: «No armamos nada, nos dio paja».
Entre la multitud de las redes sociales, armar un programa de dos o tres les parece poca cosa. Entonces se suelen quedar en compañía de sus teléfonos celulares, muy pero muy aburridos.
Estamos criando y creando, señoras y señores, a la generación del «medapaja».
Escribí hace unos meses acerca del síndrome de álbum lleno, ese empacho de confort en los primeros años de vida es la precuela de esta generación.
Hiperfacilitación que se da desde los padres a partir de la creencia de que van a tener ya tiempo para sufrir, entonces ahora no hay límites, que no sufran, y cuidado: los discapacitamos, les quitamos la posibilidad de apasionarse, los dejamos sin la herramienta esencial para adentrarse en el mundo adulto.
Lo fácil termina siendo aburrido, y en el plano de lo virtual las cosas suelen ser más sencillas.
En lo interpersonal no es tan simple. Mirar a los ojos no es igual a interactuar en las pantallas. Los chicos tienen una frase que me da ternura y que además es muy precisa. «Vos sos puro teclado», así se refieren a aquellos/as que alardean en las redes sociales pero en el cara a cara «arrugan».
Lo esencial es: son hijos nuestros, no salieron de un repollo, son hijos de las generaciones de la comodidad. Lo fácil nunca es bueno, lo bueno nunca es fácil.
Son hijos de padres y madres que responden rápida y positivamente al grito de: ¡Mamá, quiero jugo! mientras juegan a la play en su dormitorio y con aire acondicionado.
Hijos de padres y madres que se sienten culpables porque encima que tienen poco tiempo para estar en casa ¿van a poner límites, van a pelear, van a ser antipáticos?
Contagiemos ojos brillantes, mostremos que crecer está bueno y que la pasión y el entusiasmo son parte de nuestra vida.
El estudio, otra zona de conflicto.
«Si yo puedo darle los gustos, ya tendrá tiempo de que le resulte difícil la vida», suelen decir algunos padres y madres. Pero la cuestión es que si no les dificultamos amorosamente el cotidiano, después no tienen recursos para enfrentar los avatares del vivir.
Recordemos: estos hijos e hijas tienen bajo responsabilidad nuestra un bajísimo nivel de frustración, capacidad de espera cero, y a los 23 años quieren ser gerentes. Y los responsables, no culpables, somos padres y madres.
La buena noticia es que podemos hacer más de lo que hacemos, y distinto.
✔️No leen libros, estudian del «Rincón del vago» (portal de la web con resúmenes listos para zafar)
✔️No hacen deporte, juegan FIFA 2020 en las consolas.
✔️No hacen programas, salidas y paseos si no son varios, ir de a 2 a tomar algo es poco, acostumbrados a las multitudes virtuales menos de 5 no es número suficiente.
✔️No caminan, viajan en Uber.
✔️No completan las carpetas en clase, usan fotos de WhatsApp que les pasan los que si lo hacen.
✔️No estudian durante el año, ellos son jugadores de diciembre y febrero.
✔️No reconocen errores, la culpa es siempre del resto del mundo.
✔️No recalculan ni anticipan las posibles complicaciones del vivir.
Lo que no saben es que en la vida no hay “checkpoints” o puntos de guardado, sino que se hace camino al andar.
Clarín