
Este pasado 8 de marzo, la Catedral de Hermosillo ha sido invadida y saboteada por un grupo de manifestantes. Las imágenes son bastante tristes y lamentables, rompieron vidrios, pintaron las paredes y protagonizaron momentos vergonzosos de todo tipo.
El respeto no se puede pedir en forma de violencia. El respeto debe pedirse con respeto.