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Es de admirar la fortaleza de Benedicto XVI que a pesar de su avanzada edad y su delicado estado de salud está pasando muy bien la crisis del coronavirus, que desgraciadamente a tantas personas mayores está afectando. Y es que nuestro querido Papa emérito tiene un secreto: confía su salud a María Santísima que lo cuida como a un hijo pequeño. Benedicto está muy abandonado a la voluntad de Dios, ofreciéndose a estar en la tierra el tiempo que haga falta para ser útil a la Iglesia. Ya no puede escribir los grandes libros de antaño, aunque sigue muy bien de mente y ofreciendo al Señor sus oraciones y sufrimientos por el bien de los católicos de todo el mundo. Les pedimos queridos lectores que recen por la salud del Papa emérito para que siga iluminando a la Iglesia con su silencio, plegaria y humildad. La unión con Dios es más importante que la acción. La oración es el alma de todo apostolado.