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Empezaremos por decir que salir en público a defender una falsedad es malo, pero salir en público a tratar de defender que la ley HR-1 sobre inmigración y votaciones es bueno para la democracia, va mucho más allá de la mentira. Joey Obinden trató de justificar en público que el Congreso quiera pasar la ley HR-1 porque dice que es esencial para la integridad de las elecciones y para la -sanidad- democrática.

Con esa ley se promueve el uso del voto por correo generalizado, se promueve la laxitud en la identificación de los votantes, se confía y se promueve la utilización de medios electrónicos en las votaciones, es decir, se defiende todo lo que ha sido necesario para que estas elecciones fueran a parar fraudulentamente a los demócratas. Defender esa ley como necesaria para defender la integridad de la democracia es simplemente demoníaco.

Para aquellos que piensen que esto es ir muy lejos dejo aquí la siguiente información publicada en ¨The National Pulse ¨ en la que se puede leer que hasta 6 millones de estudiantes en las escuelas de California se verán afectados por cambios normativos que apartan la cultura judeo cristiana de la educación en centros públicos para promover no sólo la adopción de estudios étnicos, sino también pretenden practicar cánticos a antiguas deidades aztecas.

Primero quitan a Dios del medio en nombre del laicismo, pero luego sustituyen la idea De Dios y la libertad religiosa, por la obligatoriedad de practicar cantos “paganos” por no decir algo peor. ¿Son demoníacos los demócratas o no?